9 síntomas de estrés que te van a destruir la vida
Publicado el 11-05-2017Vas a acabar enfermándote. O puede que ya lo estés. El estrés es una de las enfermedades más peligrosas que puedes enfrentar en la vida, y la que tiene un tratamiento más complicado.
Incluso hay personas que no quieren reconocer que se trata de un tema de mucha importancia hoy en día. El estilo de vida que llevamos nos hace olvidar que tenemos que relajarnos.
Estoy segura que te sientes identificado con esto que este estoy contando. Yo también me sentí así, se me hacía un nudo en la garganta y no podía continuar con mi vida diaria. No tenía fuerzas para nada.
Al inicio yo no sabía que se trataba de estrés, pensaba que era una fase transitoria que pasaría en una o dos semanas. Pero el tiempo pasaba y los síntomas sólo iban a peor.
El problema de todo esto es que estos síntomas desenbocan en enfermedades degenerativas y, a veces, que pueden causar incluso la muerte.
Pero tranquilo, en este artículo vas a reconocer 9 posibles síntomas de estrés y la forma que tienes de solucionarlos. ¿Tienes los siguientes síntomas?
1. Te frustras y lloras por cualquier cosa
Si estás más irascible que nunca, es muy posible que el estrés esté teniendo una alteración en las hormonas que te producen esta sensación de tristeza.
Estás fácilmente agitado. Ves cualquier película y te pones a llorar como una magdalena. Sí, este es el primer síntoma de que algo no va bien.
Si en vez de llorar lo que te produce es estar todo el día enfadado, es otra de las variantes. Seguro que no sabes el motivo de tu enfado, y lo estás contigo mismo y con el resto del universo.
Tan sólo con decirte que algo no va bien, te sientes hundido y lleno de miedos. Eres vulnerable, fácilmente agitable y te conmueves con todo.
2. Sientes que pierdes el control
No importa el momento en el que te encuentres, hay un momento en el que sientes que todo lo que te rodea está fuera de control y no puedes hacer nada.
La sensación de perder el control puede surgir en cualquier lugar, con cualquier persona y sin que seas consciente de todo el daño que puedes causar.
Estudios recientes aseguran que perder el control es una de las sensaciones más desagradables y peligrosas que son causadas por el estrés.
Por ejemplo: estás esperando el autobús en la parada, ves como se acerca y comienzas a hacerles señales al conductor. Pero no se para. Un calor intenso te sube desde la punta de los pies hasta la cabeza.
Entonces empiezas a gritar, tiras tu bolsa al suelo y todos los que hay a tu alrededor se asustan de tu reacción. Te quedas sólo en la estación.
Esta ira no desaparece en todo el día. Estás de mal humor y vas a estarlo hasta que vayas a dormir. Tendrás pesadillas y, todo, porque no eres capaz de diferenciar lo que puedes controlar o no.
Incluso en muchos casos, el estrés puede dar lugar a lo que se conoce como bruxismo nocturno, provocando dolor de mandíbula o de cabeza y también afectando seriamente a la salud de nuestros dientes.
3. No eres capaz de calmar tu mente
Estamos acostumbrados a estar haciendo cosas constantemente. No le damos descanso a nuestra mente y mucho menos nos damos cuenta de ello.
Dos investigadores de la University de Buffalo en Nueva York, han revisado diferentes estudios científicos que aseguran que el yoga en la educación ayuda a calmar la mente y tener mejores ideas.
Esto, se puede aprender y no imaginas los grandes beneficios que tendrías. Con tan sólo unos minutos al día, ganarás en tranquilidad, concentración y bienestar.
Mi caso personal: siempre he sido una persona nerviosa y cuando el estrés se comenzó a apoderar de mi vida, no lograba concentrarme ni un minuto.
Eso me llevo a perder mi trabajo y a enfadarme con muchos de los miembros de mi familia. No conseguía hacer nada bien y eso me llevó a una depresión.
Se convirtió en un círculo vicioso en el que, cuanto más intentaba calmarme, más nerviosa me ponía porque no lo conseguía.
Implantar una rutina de meditación y yoga diario me cambió la vida. Poco a poco, fue concentrándome mejor, conseguí aclarar mis pensamientos y conseguí un trabajo que era más acorde a mis capacidades.
4. Te sientes mal contigo mismo
No importa lo que hagas, te sientes infravalorado y notas como todos son mucho mejor que tú. Ya no recuerdas cuándo fue la última que te valoraron tu esfuerzo.
Parece que a nadie le importa lo que haces y todos ignoran tu trabajo. Esto te hace sentir pequeño, sin valor y muy deprimido.
¿De qué sirve tanto esfuerzo si nadie es capaz de ver lo que vales?
Al final, acabas sintiéndote mal contigo mismo y sin voluntad para hacer nada por los demás. Incluso hay veces que prefieres quedarte en la cama y no tener que mostrarte en público.
Cómo mejorarlo: no va a ser algo que se arregle de la noche a la mañana, pero puedes empezar a usar el método del espejo.
Todo lo que ves en los demás no es más que un reflejo de ti mismo. Cuando aceptas que no hay ni bien ni mal, ni mejor ni peor. Deja de preocuparte por lo que aparentas.
Tú eres parte de algo mayor. Nadie ve los defectos tanto como tú los ves. Todos somos únicos, diferentes y muy increíbles. Mírate al espejo cada día y repitete eso.
“Soy una persona valiosa, llena de aspectos maravillosos que se merece lo mejor” – y te aseguro que tu autoestima crecerá y serás mejor persona, contigo y con los demás.
5. Evitas a los demás
Estás tan cansado de luchar por tus métas que no te apetece hablar con nadie. Si te preguntasen un lugar en el que podría estar, pensarías en una cueva, alejados de todos.
Te molesta hasta el más mínimo de los detalles. Prefieres tu soledad permanente a tener que lidiar con personas que no te interesan.
Pero lo cierto es que lo que está ocurriendo es que estás teniendo miedo de los que te rodean. Tu inseguridad te lleva a tener una escasa vida social.
No es necesario que estés cada día rodeado de otras personas, pero lo que no puedes es evadirte y rechazar a los que te rodean.
Mi caso personal: me considero una persona sociable. Nunca he tenido problemas para hablar con personas por primera vez pero, llegó un momento en el que, sencillamente no me apetecía.
Estaba tan estresada con mi rutina que la simple idea de pensar en tener que mantener una conversación con otro ser humano me ponía mucho más nerviosa.
Pasaban las semanas y los Sábados por la noche comiendo helado mientras veía una seríe tras otra. Ponía en silencio el teléfono. No quería que me molestasen.
Empecé a ganar peso, a perder pelo y a tener taquicardias. Acabé en el hospital. Y, ¿sabes qué ocurrió?, todos mis amigos vinieron a apoyarme. Eso fue un antes y un después.
Ahí comprendí lo importante que son las personas para nuestra vida, lo felices que podemos ser con tan poco. Sólo hace falta que abras los ojos y veas todos los que te quieren, ¡están ahí!
6. Dolores de cabeza
Tener dolor de cabeza puede ser algo temporal y relacionado con muchas cosas: demasiada concentración, acumulación de mucosidad, cansancio… pero también estrés y nerviosismo.
Por ello no debes quitarle importancia a esos dolores de cabeza que se repiten cada vez que vuelves del trabajo o justo después de levantarte de la cama.
Esto significa que no descansas, que tu sistema nervioso está demasiado expuesto a acciones negativas y no sabe cómo defenderse.
Cómo mejorarlo: no te recomiendo que tomes medicamentos. Si ya has visitado a tu médico y te ha dicho que no hay ninguna complicación interna, ya sabemos cuál es el verdadero pronóstico: estrés.
Para reducir el dolor de cabeza que puede llegar a convertir tus rutinas en un infierno, tienes que poner todo de tu parte. Incluso la alimentación influye.
Evita asistir durante una semana a lugares llenos de gente, con música alta o con ambientes cargados. Esa primera semana es totalmente de desintoxicación. Si puedes escapar a la naturaleza, hazlo.
Intenta estar durante algunos minutos al día sin hacer nada. No va a ser fácil dejar la mente en blanco pero seguro que puedes mantener el foco en un punto, en la pared que tienes en frente.
Esto te ayudará a relajar las conexiones neuronales y a reducir la sobrecarga a la que están expuestas. Somos como pequeñas máquinas que necesitan reiniciarse de vez en cuando.
7. No te apetece ni tener sexo
Si te lo hubiesen dicho hace unos años no lo hubieses creido. Tan podemoroso y destructivo puede ser el tener estrés que puede hacer que pierdas interés hasta por lo que más te gustaba.
Todos los aspectos están altamente relacionados. Como no tienes autoestima no te apetece mostrar tu cuerpo, como te duele la cabeza no estás de humor…
Y ese bucle acaba retroalimentando a otros que no harán más que empeorar tu estrés. Tienes que cortar por lo sano y empezar de cero.
Cómo mejorarlo: este proceso de mejora es un poco complicado y vas a necesitar de mucha voluntad. Se trata de un problema metal que se elimina fácil pero necesita de constancia.
Aquí tendrás que trabajar en pareja. Lo mejor es que hables claramente sobre lo que te ocurre. Puede incluso que tu pareja se sienta aliviada cuando descubra que es un problema pasajero.
No te fuerces a tener sexo si no lo sientes, poco a poco irás descubriendo de nuevo tu sexualidad y volverás a ser la misma personas de antes.
8. Duermes mal cada noche
El sueño es el principal consejero. Si observas tu forma de dormir sabrás si estás en buen estado de salud o si hay alguna cosa que no te deja descansar.
No dormir bien es un problema que afecta a más del 76% de la población. Y, según la Universidad de Michigan, estos datos son muy preocupantes.
Una persona que pierde la capacidad de dormir, de calmar sus pensamientos y de concentrarse en el descanso, entrará en un bucle de auto-destrucción.
Dormir mal puede significar que no eres capaz de conciliar el sueño o que no descansas cuando lo haces. De cualquier forma te levantas sintiéndote tremendamente cansado. No obstante, hoy en día existen remedios para acabar con esto.
Mi caso personal: cuando estudiaba arquitectura, nos exigían mucho y no teníamos tiempo de casi nada. Siempre teníamos cientos de trabajos que hacer, exámenes y tareas pendientes.
Yo dependía de una beca y no podía permitirme fallar ninguna asignatura. Y eso fue lo que hice, me exprimí al máximo y pasé de dormir 8 horas diarias a dormir tan sólo 4 horas.
No me obligé, simplemente estaba tan agobiada que perdí el sueño. No sabía que eso me estaba haciendo mal, lo acepté de forma natural porque me venían bien esas horas extras.
Pero con el paso de los meses, empecé a enfermarme y a sentir que me fallaban las fuerzas. Estaba todo el día de mal humor y no conseguía concentrarme. Todo empezó a irme mal.
Fue entonces cuando me di cuenta de la importancia del sueño en nuestro bienestar y, literalmente, me obligé a dormir al menos 7 horas diarias.
Cuando lo conseguí, todo empezó a ir mejor. Acababa los trabajos con mayor rapidez y me concentraba mucho mejor. La solución para hacerlo todo mejor era relajarme. ¿Quién me lo iba a decir?
9. Agotamiento
Estás todo el día cansado, no tienes ni un momento de energía y sientes que de un momento a otro vas a desplomarte sobre la cama.
El agotamiento es uno de los problemas más complicados de resolver cuando se está intentando salir de una situación de estrés.
No te das cuenta de que estás sufriendo de agotamiento. Entrás lentamente en el proceso y cuando quieres salir, no tienes fuerzas para ello.
Cómo mejorarlo: puedes alimentarte mejor como un principal cambio en tu estilo de vida. El agotamiento se cura aumentando las energías y cuidando de tu sueño.
Estar agotado es señal de que no te estás cuidando suficiente. Empieza cambiando pequeñas cosas en tu rutina: pequeños ejercicios diarios, respiraciones para potenciar tu energía y diez minutos de meditación.
Es cierto que la vida puede ser complicada algunas veces, pero reconociendo estos síntomas y poniéndoles remedio, conseguirás empezar a vivir la vida de forma relajada. ¿Te atreves?
Hay una forma mucho mejor de relajarte que quizás no conozcas: darte un baño relajante con aceites y sales. ¡A que esperas para probarlo!
Muchos de estos síntomas hay personas que no los tiene en cuenta, como las consecuencias del estrés sobre los dientes.
Cierto, gracias por tu aporte